Primera Parte

INDICE

1. Queja o Arenga de Pepe el Moro, padre de la Patria Alpujarreña en pleno delirio apoteósico
2. Algunos antecedentes históricos de la Nación Alpujarreña o justificación:
   2.1. Los primeros habitantes
   2.2. Las rebeliones en la Alpujarra
3. Constitución Alpujarreña: "La Juana". 

* * * 

1. Queja o Arenga de Pepe el Moro, padre de la Patria Alpujarreña en pleno delirio apoteósico

Con este discurso quiero reclamar un derecho que desde muchos siglos atrás, la Alpujarra, nación singular, de montañas, valles, ríos de aguas claras, debiera ya lograr. Esto es, un llamamiento a la libertad de mi tierra, contra la tiranía de las fuerzas invasoras: compañías eléctricas, de telefonía, cartelería y publicidad, que siembran el paisaje de postes y torretas. Esto es un llamamiento, no contra las cercas de alambre que levantan fronteras para guardar la propiedad privada la cual respeto, sino contra las conciencias cerradas que las ordenan; contra los listillos de turno que edifican casas que ná tienen que ver con la arquitectura vernácula y rural: cementerios en ladera son lo que parecen. Contra los incendiarios. Contra los basureros a la intemperie. Contra las ondas de radio y televisión que nos bombardean y nos machacan con malas noticias, propaganda barata y telenovelas tercermundistas que nos inculcan baja pasión, celos, envidias, por no hablar de su adicción y del profundo penar que causan a nuestras mamás, ¡pobrecitas! Contra los programas concursos que proclaman como valores el más macho, el más guapo, el más rápido y cuanto más... mejor. Contra la política y a los políticos, con sus promesas incumplidas, sus finezas, sus chapuzas, sus olvidos, sus egoísmos, sus bajezas, sus prepotencias.

Todo esto está acabando con nuestro paisaje y nuestra integridad moral en nombre del progreso y de la falsa libertad. ¿Es que nos hemos vuelto locos? ¡Hasta aquí hemos llegado! Los alpujarreños queremos nuestra independencia y retornar a nuestro glorioso pasado.

Pepe el Moro

* * *

2. Algunos antecedentes históricos de la Nación Alpujarreña o justificación:

2.1. Los primeros habitantes

En la Alpujarra, la presencia humana se remonta a muchos cientos de millones de semanas, a tiempos de Mª Castaña, hermana de Eva, la del paraíso, un fósil mitad mujer mitad simio que pa desgracia de los científicos, un perro se comió pa saciar su apetito mientras vagabundeaba por un barranquillo. Por eso se sospecha que la cuna de la raza humana no está en Kenia ni en Mesopotamia, sino entre el río Guadalfeo y el río Adra.
Mª CASTAÑA, EL ESLABÓN PERDIDO

Lo nuestro, amalgama de culturas, no deja de ser la cultura original, pues aquí nació, como decía, el eslabón perdido, el hombre de las nieves, el Yeti o el Big food de las Alpujarras. Este hombre dominaba la comarca gracias a sus dotes sobrehumanas: su fortaleza física, la bestialidad de sus gritos, su inteligencia bruta, aguda vista y fino oído. Aún hoy, entre nuestras gentes más castizas, se adivina los rasgos de ese antepasado nuestro: hombre o mujer fornidos de carnes prietas colorás y una sola ceja, boca con alguna mella (de partir piedras, creyendo que son bellotas), pecho fuerte y prominente pero bajo y a la altura del vientre, pareciendo a las mantecas, voraz apetito y potencia sexual ardiente.

Nuestra raza es superior, nuestra raza es altanera, pues ¿quién sino podría sobrevivir aquí, en este medio y de esta manera?


2.2. Las rebeliones en la Alpujarra

“En la tierra de las montañas nevadas, antes de llegar a las columnas de Hércules, viven gentes belicosas que se divierten atacando a todos los valientes que se atrevan a adentrarse lo suficiente...”

En las crónicas más antiguas, las de Estrabón, ya tenemos noticias escritas al hacer este individuo alusión al carácter rebelde de sus habitantes, quienes se defendían a pedradas, con uñas y dientes, contra las continuas incursiones de otras gentes. No te digo ná. Empezando por los fenicios, luego los griegos, y cartagineses, después los romanos, visigodos y árabes, los cristianos, piratas turcos y beréberes, y terminando por los franceses... todos sufrieron grandes derrotas al adentrarse con sus tropas. Es evidente que esta tierra levanta pasiones, codicia y fantasías, y que por eso todos la quieren. Todos quieren adueñarse de esta tierra sensual, erótica (llena de curvas, entrantes y salientes), exótica (misteriosa), mística y espiritual (cuna de lamas). Fuimos invadidos por tantos pueblos, atraídos por su codicia, buscando tantas cosas, que cuando nada hallaron, sino la paz, se quisieron quedar para siempre, sin sospechar que aquí estaban sus verdaderas raíces. Es como cuando uno que se aparta de Dios, nace a esta vida, crece, se reproduce, se hipoteca, se enferma y se complica de tal suerte, que un día no aguanta más y cansado, se muere, volviendo a Dios y quedando en paz eternamente.

En el siglo X la insurrección encabezada por Omar ben Hafsún hizo sudar lágrimas al moro Abd-el-Ramán, quien, al final, pudo darle caza allá por donde queda la tierra de Cádiar.

En el 1500 hubo otra importante algarada, debido a que un Cardenal, el Cisneros, se puso a recortar derechos a la población musulmana.

Pero sin duda, el capítulo más conocido por quedarnos de él mucho escrito, no es otro que el inducido por el abuso de un Monarca: Felipito Segundo de Austria, y el nombre de la rebelión, la rebelión de los Moriscos o la Guerra de la Alpujarra (1568-1571). La causa de esta acción no fue otra que una cruzada de religión, causada por la intolerancia de este señor, pues no dejaba hablar, expresar ni creer en Alá a los moriscos de toda España sin pensar que Dios no hay más que uno, da igual cómo se llame. Teníamos que ser los alpujarreños, con nuestro carácter y nuestra decisión, los únicos machotes que tuvimos el valor de levantarnos contra tales excesos, y plantarle cara al mayor imperio de aquellos tiempos.

El principal cabecilla de la rebelión, el moro Farax Aben Farax, quiso ayudarse de berberiscos, turcos y genoveses para lograr la liberación. ¡Qué contradicción!, Esto no tenía ni pies ni cabeza y era el vaticinio del fracaso de esta revuelta.

Así, tras el revés de la primera acción que tenía como objetivo extender la insurrección a la capital de Granada, Aben Farax pasa a ser lugarteniente mientras era coronado rey Fernando de Válor o Aben Humeya, quien comandaría desde ahora la guerra. 

Total, que después de muchos tiras y aflojas, de pegar muchos palos, tirar muchas flechas, de correr Alpujarra adentro, Alpujarra afuera, de muchas refriegas con el Marqués de los Vélez y con el de Mondéjar, terminan matando por celos a Aben Humeya, su primo Aben Abú, quien le sucede en el trono y continúa con la revuelta, en un episodio muy propio de una intriga palaciega. 

Pero entonces es cuando llega D. Juanito, el de Austria, hermano del monarca, quien toma el mando de los píos y con dos huevos, mala follá y mucho grito, termina matando a Aben Abú, a su tía y a su hermana, los lleva a todos a Granada, y los expone degollados en la plaza de Bib-rambla. ¡Vaya espanto! Que no quedando bastante harto, se va D. Juan pal Mediterráneo, comanda la escuadra castellana y bate a los turcos en retirada en la famosa Batalla de Lepanto.

Así es como fue necesario que el mayor gran imperio de la época, mandara a su mayor estratega, empleara todas sus armas bélicas, y actuara con toda su maldad, para acabar con esta guerra y aplacar nuestra sed de libertad. ¡Qué orgullo para nuestra popularidad haber desequilibrado a Goliat! Aun así, los muy canallas, temiendo que pudiéramos resurgir de entre las llamas, para no saborear la duda y poder dormir tranquilos, se recrearon en expulsar a los pocos que quedaron vivos. Este genocidio atroz, que empezó con el rechazo, continuó con el castigo y remató con el destierro, terminó con el olvido, pues indujeron una repoblación con campesinos de León, Castilla, Asturias, Galicia y otros sitios contiguos. Desde entonces no ha habido hechos históricos significativos.

Sin duda que de haber resultado este capítulo exitoso, ahora la Alpujarra, con todo su petróleo (el que hubiéramos encontrado), toda su riqueza y todos sus tesoros, hubiéramos resultado ser, en vez de un país moro o un grano en el culo de Europa, un emirato árabe independiente como los que hay en el Golfo. Aún estamos a tiempo de volver a ser gloriosos.

* * *
3. Constitución Alpujarreña: "La Juana". Nacida en el día de San Juan del año 2.000, en el Cortijo de Pepe el Moro. La Alpujarra.


PREÁMBULO 

Esta Constitución es la más deslumbrante que el mundo jamás haya visto nacer, pues se parió en el día del año en que el sol más tiempo brilla, desde el amanecer hasta su caída.

Pendiente de Ratificar por el Pueblo Alpujarreño, el cual dormita aún en su sueño. ¡Alpujarreños, levantaos y cerrad la puerta, cojones!, que está entrando un follarengue que me estoy quedando helao. 


PRINCIPIOS GENERALES

Artículo 1: La Alpujarra

1. La Alpujarra se constituye en un Estado montañoso, que propugna como valor superior de su ordenamiento geográfico el pico Mulhacén como el más alto en cientos de kilómetros alrededor, los barrancos más hondos, la desigualdad del terreno más acusadas y el pluralismo climático y vegetal más brutal de todos. Delimita, por el Oeste el Barranco de Tablate, desde donde puedes despeñarte; por el Norte, Sierra Nevá, cordillera sin igual; por el Sur, el Mediterráneo, cada vez más sucio y contaminao; por el Este, la seca Almería; el cielo azul por arriba y por abajo tus zapatos si estás calzao.

2. En el populismo de sus gentes reside la soberanía nacional, de la que emana toda su gracia, todo su arte y toda su mala follá.

3. La forma política de la Alpujarra es la veleidad. Nunca estuvimos solos: reinos, repúblicas y democracia nos vinieron a gobernar. No hay nada más cómodo que dejarse manejar, ni nada más contradictorio que luego quejarse de lo mal que lo hacen los demás.

Artículo 2: Fundamentos de la Juana

La Constitución alpujarreña, de ahora en adelante “La Juana”, se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación Alpujarreña, patria común e indivisible de todos los alpujarreños, reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de sus pueblos, y a las rencillas y competencias entre todos ellos.

Artículo 3: La lengua

1. El alpujarreño es el idioma oficial de la Alpujarra. Todos los alpujarreños tienen el deber de conocerlo y el derecho a usarlo, a las buenas o a las malas (malas lenguas).

2. Las demás jergas alpujarreñas serán también oficiales en sus respectivos Cortijos de acuerdo a sus pobladores y a sus guisos.

3. La riqueza de las distintas modalidades lingüísticas de la Alpujarra es un patrimonio cultural que será objeto de especial estudio y atención, pues a veces el que es de fuera, si no presta oído, no se entera, y otras que lo presta, del repullo que lleva, salta patrás de la sorpresa.

Artículo 4: La bandera de la Alpujarra

1. La bandera de la Alpujarra está formada por un trapo con cinco franjas horizontales, azul cielo, blanco nieve, verde rama, ocre tierra, y azul agua; todas de igual anchura y apretura.

2. Cada pueblo podrá usar sus banderas y propias enseñas. Éstas se utilizarán junto a la bandera de La Alpujarra en sus edificios públicos y en sus actos oficiales. Pero si no se utilizaran, tampoco pasaría nada.

Artículo 5: La capital de la Alpujarra

La capital del Estado es la villa de Órgiva, la más cojonuda de todas, aunque por populosa, Motril le gana, y por brutas, Torvizcón, Albondón, Murtas... por no mencionar otras muchas.

Artículo 6: Los partidos políticos

Los partidos políticos, como no expresan ningún pluralismo político, ni manifiestan la popular voluntad, sino sus propios intereses, estarán continuamente bajo crítica en el ejercicio de sus actividades. Por su estructura interna y funcionamiento, al menos, deberán parecer democráticos y fraternales.

Artículo 7: Los sindicatos y asociaciones empresariales

Los sindicatos no existen y las asociaciones empresariales, a poco, te la meten, pues quieren venderte gato por conejo o sardina a precio de caviar. Cualesquiera contribuciones a la defensa y a la promoción de los intereses económicos y sociales, son siempre personales o a lo sumo familiares.

Artículo 8: Las Fuerzas Armás y la Defensa Nacional

Hace tanto que no nos ataca un enemigo que nuestro belicismo patriótico yace dormido. Pero igual nos desahogamos de vez en cuando con las rivalidades entre pueblos, las peleas entre vecinos, envenenando gatos, apedreando perros, o tirando a la fuente a algún hippie cochino. Por eso no existen Fuerzas Armás. ¿Para qué las queremos? Bastante tenemos con la Guardia Civil y la Policía Municipal.

Artículo 9: Sujeción a La Juana

La singularidad de la Juana es que los alpujarreños y los poderes públicos estarán sujetos a ella, sólo y exclusivamente si les da la gana.
- PEPITO, ¿QUÉ HAS HECHO CON LAS GACHAS DE LA ABUELA?


Artículo 10: La personalidad del alpujarreño

1. La personalidad del alpujarreño, el peculiar desarrollo de su capacidad (que unas veces peca de corta y otras sobrepasa lo normal, ¡qué brutos!), el irrespeto a las leyes divinas y a los derechos de los demás son siempre motivos para la queja, para el desorden y para la falta de paz social.

2. Por ello, los derechos fundamentales del alpujarreño y sus libertades deberán interpretarse, como poco, conforme a la Asociación Protectora de Animales. Y si es de conformidad con la Declaración Universal de Derechos Humanos, más mejor todavía, pues se tiene sabido que en vano no se hacen cumplir ni en la mejor de las democracias. 

Artículo 11: La nacionalidad alpujarreña

1. La nacionalidad alpujarreña se adquiere por nacimiento, se conserva si no emigramos y se pierde cuando la espichamos.

2. Ningún alpujarreño de origen podrá ser privado de su nacionalidad, salvo en el caso deshonesto de renuncia personal.

3. El Espíritu de cada cual podrá resolver sentirse con doble nacionalidad si es su caso, pero como sentir la nuestra, no hay nada igual, que quien dice sentirla menos o igual, no es alpujarreño ni es ná.

Artículo 12: La mayoría de edad

La mayoría de edad los alpujarreños la alcanzamos al ponersenos los genitales negros.

Artículo 13: Los extranjeros

1. En cuanto a los extranjeros, gozarán de las mismas libertades, ! o más ¡, que nosotros los alpujarreños, pues como no les importan lo que pensemos, a lo mejor, que te digo yo, andan medio desnudos por las calles de los pueblos, como si nada fuera con ellos.

2. La ley de Babel y el dinero establecerán los términos en que los ciudadanos de otros países y los apátridas podrán gozar del derecho de asilo en La Alpujarra. ¡Seguirán comprándonos cortijos y nosotros vendiéndoselos, y dentro de pocos años, los extranjeros y los apátridas nosotros seremos!

Artículo 14: Igualdad ante la ley

Los alpujarreños son iguales ante la ley de Dios. En cuanto a la ley humana, ya veremos.

Artículo 15: Sobre algunos aspectos de la libertad

1. Se garantiza la libertad ideológica, religiosa y de culto de los alpujarreños y de los pueblos sin más límites que el volumen de la música y la cantidad de pólvora que se tenga cojones de quemar, sin matar a nadie o incendiar el pueblo, pero sin dejar de joder a los que están durmiendo y a los que están enfermos.

2. Nadie podrá ser obligado a declarar sobre sus manías, religión, creencias, fantasías sexuales o santo patrón, aunque el tiempo ya las revelará cuando por cotilleo en el pueblo, o por invento, venganza o entretenimiento del que no tenga na que hacer, lo proclame a los cuatro vientos.

3. Los poderes públicos podrán autorizar que cada pueblo, barrio y calle, incluso cada portal, todos tengan su santa o su santo con sus respectivas fechas para celebrar en verano, que es cuando más parientes vienen de lejano; esto, tratando de mantener buenas relaciones con los devotos, con el fin, la mayoría de las veces, de simpatizar y de ganar votos. Así, llegado el verano, en los pueblos más populosos, todo se vuelve rumbear, tirar cohetes, tocar las cornetas y los tambores, rezar, quemar velas y trasnochar.

Artículo 16: La intimidad y el hogar

1. En la Alpujarra, cada cual debe garantizar como mejor pueda su intimidad personal y su propia imagen, pues como son todos pueblos, a ná que hagas, ni que lo hagas solo o con tu amiga “discreción”, pronto todos tendrán conocimiento o aprensión de que algo guardas.

2. El domicilio es importante. A ser posible se hace la entrada con portal para resguardar el interior de la curiosidad. La casa se hará con o sin consentimiento de la autoridad, pues aun en el caso de flagrante delito, tu primo o tu amigo, el alcalde o el concejal, no te la van a tirar. Dos plantas más, la planta sótano, antes para los animales, ahora para guardar el coche o para bajos comerciales. La planta primera es la habitable, y la segunda, que era antes para ventilar, ahora es para alquilar al turista en semana santa, verano o Navidad.

Artículo 17: Los servicios básicos y las comunicaciones.

1. No se garantizan las comunicaciones ni el servicio postal, teléfono, agua ni electricidad, pues a ná que llueva, se derrumban los tajos sobre las carreteras. Mención especial a la electricidad, pues basta que cague una paloma o se oiga una ligera tronera, pa que caigan los postes en hilera o se funda algún transformador, dejando a oscuras a la Alpujarra entera.

2. Se ha puesto de moda la informática, no sabemos todavía si para garantizar la intimidad personal y familiar, pues el que antes salía a pasear o a estar con los amigos, ahora se queda en casa y no hay Dios que lo vea, pues queda todo el día chateando con un amigo de Nueva Guinea, o flirteando con uno de sus novios o novias de Hispanoamérica. 

Artículo 18: Residencia y libre circulación

Los alpujarreños tienen derecho a elegir libremente su pueblo de residencia y a circular por las carreteras y calles de la Alpujarra libremente en los términos que la climatología y el estado de las vías establezcan. Este derecho no podrá ser limitado por motivos de nivel de ruido, y la juventud podrá fastidiar hasta altas horas de la noche, pues no serán sancionados los escapes libres en las motos, las carreras, los acelerones ni los pitidos de los coches. Los vecinos, además, si es verano, podrán estar asomados, hablando alto, en los balcones hasta las cuatro por lo menos, sin dejarte conciliar el sueño. Los Ayuntamientos, en su apatía, no harán nada para remediar esta herejía.

Artículo 19: Matrimonio y sexualidad

1. Ahora, con tanta modernidad, la pornografía y la falta de recato, no hay que sentir pesar por irse uno a desahogar sin cometer pecado.

2. Algo bueno: se está acabando con el animalismo de antaño, pues como desapareció el corral del casco urbano, y ahora encima con las vacas locas, la fiebre aftosa y la peste porcina, ya no van quedando cabras, ni gallinas, ni marranos.
EL SUEÑO DE UNA NOCHE DE VERANO

3. La mujer se ha despabilado a tal nivel que ahora es ella la que te pide que le des.

4. Se han generalizado los preservativos y la prueba está en que si te paras en cualquier cuneta, los verás a docenas tirados por el suelo, con un nudo y junto a una servilleta.

5. Así, tal como está la cosa, se ha convertido en una tontería privarse de libertad contrayendo el compromiso matrimonial, pues existen medios para disfrutar sin otro peligro que te pillen escondido con los pantalones bajados y con las bragas por los tobillos. Esto sí que es estar jodido, pues aquí, en la Alpujarra, todos te conocen por ser vecinos.

6. Y es que la situación se ha invertido. Ahora el matrimonio es cosa del demonio. Es mejor estar arrejuntao para no pasar por la iglesia ni por el juzgao.


DERECHOS DE LOS ALPUJARREÑOS

Artículo 20: El derecho a la buena vida

A la buena vida todos tenemos derecho, a la buena mesa, y a echarnos la siesta después del almuerzo. Queda abolida la pena por muerte: “Pal muerto el hoyo, y pal vivo jamón y pollo, huevos, morcilla, longaniza, vinillo de la Contraviesa, pan con aceite... ¡qué deleite! conejo al ajillo... migas, un tomate rojo con un poco de sal o un cordero bien hecho, gachas, papas a lo pobre, tortilla al Sacromonte... ¡para ya, que reviento!

Artículo 21: Derecho a “campear”

Todos los alpujarreños tienen derecho a campear. Nadie puede ser echado de una propiedad sin vallar, pero tampoco se podrá atravesar si observa una barricada o cualquier forma de delimitar. Aviso: cuidado con mear en las alambradas de espino, que éste que escribe se pinchó un huevo cuando era chico, no recuerdo si por no mirar o por sacudírmela con mucho ahínco.

Artículo 22: Derecho a detenerse a “tapear”

1. La detención en los bares de esquina no debiera durar más del tiempo estrictamente necesario pa poderla pillar con cerveza bien fría o vinillo de la tierra, y realizar las averiguaciones tendentes al esclarecimiento de cualquier hecho que sirva de entretenimiento.

2. Toda persona detenida en un bar debe informar de forma inmediata y de modo que le sea comprensible al camarero, con lo que se quiere refrescar y lo que quiere de tapa: jamón o queso, longaniza o morcilla, callos o migas... en los pueblos de arriba. Boqueroncitos, cazón, calamares o bacalao en los pueblos de abajo. En cualquier caso se garantiza que con tres cervezas o cuatro copillas te has quedao almorzao y listo para la siesta.

Artículo 23: Derecho a abrir la boca

Se reconoce el derecho a expresar y difundir libremente cualquier tipo de pensamiento, idea y estado del cuerpo mediante la palabra, el bostezo, el eructo, el grito, el canto, el chiflido o ayudándose de cualquier otro medio de “reproducción”, claro está que, bajo la amenaza de que te tomen por charlatán, dormilón, maleducado, loco, imitador, viejo verde, marrano, y bajo el riesgo de que a quien hayas conseguido sentirse ofendido vaya en busca de ti para ponerte caliente. También se reconoce el derecho a la producción y creación literaria, artística, técnica o de ciencia-ficción (pues lo que es producción científica, en la Alpujarra no existe nada más que lo que da la imaginación).

Artículo 24: Derecho de información

Se reconoce el derecho a comunicar o recibir libremente información, ¿pero de qué tipo? Hasta donde llegan los intereses, pues con poco que te descuides, viene cualquier asociación y te hacen firmar la supuesta sentencia de expulsión contra el capullo de tu vecino, sin darte cuenta que estas firmando tu propia decapitación.

Artículo 25: Derecho de reunión

Se reconoce el derecho de reunión. El ejercicio de este derecho no necesitará de autorización previa de ninguno de los reunidos, pues si están es porque ellos solos han venido por su propio pie y voluntariamente.

Artículo 26: Derecho de participación en los asuntos públicos

1. Sólo los que tengan una buena recomendación, aunque no sean de esta nación, o los que tengan el carné del partido en el poder, tendrán derecho a acceder a las funciones y cargos públicos de interés. Y cuando no haya nadie predeterminado a dedo para un puesto de trabajo, ten por seguro que los políticos presumirán que el proceso de selección ha sido justo y democrático.



2. Por eso, los alpujarreños, aunque tenemos el derecho de participar en todos los asuntos públicos, en nuestro hastío, la mayoría preferimos mantenernos al margen, observando y luego criticando con rencor lo mal que lo hacen.


Artículo 27: Derecho a la Educación y la Cultura

1. Todos tenemos el derecho a ser maleducados. Hay que reconocer qué nivel de libertad de enseñanza hemos lograo con esta porquería de televisión: propaganda capitalista, violencia, muerte y muchas desgracias, malas palabras, folleteo y manipulación para mover a las masas.

2. La educación, la que nos dicen que es buena, tendrá por objeto el desarrollo de la máquina que llevamos dentro: saber leer, saber contar, ser un modelo ejemplar, buena persona o persona maja, un trabajo, un coche y un piso en la playa. Y si no estás de acuerdo con todo esto, un tatuaje en el cuello, las melenas largas o el pelo rapao o muy corto; las mujeres además un pendiente en el chocho.

3. Los poderes públicos ya no garantizan el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación que ellos quieran, pues el niño en la calle, se malogra al juntarse con sus amistades; y si le pegas por algo que hizo mal, te amenaza con llevarte a los tribunales.

Artículo 28: Derecho a las fiestas

Se reconoce el derecho a la juerga. Las ganas regularán la intensidad de este ejercicio y su prolongación, sin establecer ninguna garantía de volver sobrio a casa antes de las tantas de la mañana.

Artículo 29: La economía

El alpujarreño es tan cicatero que pa ver un duro prefiere pintarlo para no sacarlo del banco o del agujero donde lo tiene escondido. Por eso la economía en la zona es de subsistencia, pues al no haber inversión ni fluencia, tampoco se genera suficiente trabajo. El único negocio que funciona es el de los bancos, cosa lógica, los bares para olvidar que no hay trabajo, el del turismo porque es regalado, y el del Estado, que aunque aquí es deficitario (genera menos ingresos que gastos), ¡qué nos importa! 

Artículo 30: El trabajo

Ningún alpujarreño tiene el deber de trabajar, aunque si no tiene más remedio, tendrá que hacerlo para poderse sustentar, la mayoría de las veces emigrando a otro lugar. Por este mismo motivo, aunque tenga derecho a la libre elección de oficio, casi siempre se ve abocado a trabajar en aquello que le ha salido, siempre mal pagado, sin seguro y sin subsidio.

Artículo 31: El medio ambiente

Todos tienen el derecho a disfrutar del medio ambiente, pero si hay que desarrollar trabajo, aprovechando los bienes que brinda la tierra, ya la hemos cagao. La mitad a un lado y la otra al otro, se oponen a la explotación de esto o de lo otro con la excusa de que contamina y acaba con la vida; aunque la razón sea personal, pues cuando uno ve las orejas del lobo asomar es cuando se moviliza, esgrimiendo el interés general. Por eso, siempre andamos igual que siempre, peleando, sin industria, sin trabajo y sin nada que nos sustente.Prohibido arrojar basura en este barranco. Prohibido poner una planta de asfalto. Prohibido abrir una cantera aunque cree puestos de trabajo. Sin embargo, se admite sin protestar: antenas, todas las que quieras; postes, para sustituir a los troncos de los árboles que perdimos con las quemas; echar mierda por doquier en las cunetas y en los cauces; y humo y ruido de motos, autobuses, camiones y coches. 

DEBERES DE LOS ALPUJARREÑOS

Artículo 32: El único y mayor deber

El mayor deber de los alpujarreños es atender a sus derechos.

LA REFORMA CONSTITUCIONAL

Artículo 33: De la reforma constitucional

Sólo se podrá iniciar la reforma constitucional en tiempo de juerga popular.

DISPOSICIÓN FINAL

Esta Constitución entrará en vigor el mismo día de su lectura y discusión, pues es bien sabido que es la atención la que hace cobrar vida a las cosas. 

POR LO TANTO, MANDO A TODOS LOS ALPUJARREÑOS, PARTICULARES Y AUTORIDADES, QUE GUARDEN Y HAGAN GUARDAR ESTA CONSTITUCIÓN COMO NORMA FUNDAMENTAL DE LA NACIÓN. CORTIJO DE PEPE EL MORO, A 21 DE JUNIO DE 2.000. 

Pepe el Moro

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